A medida que la muerte se aproxima...

¡ Menos mal que no tiene afán!

Cuando empecé escribir este documento se suponía que era póstumo.
¡Le había pedido a un buen amigo que lo pusiera en mi página web después de mi partida
pero ahora que la muerte le ha estado dando largas al asunto tengo que hacerlo yo mismo!

 

Mis emociones, sentimientos y pensamientos

El ser consciente de que la muerte se aproxima intensifica las emociones, los sentimientos y la necesidad de encontrar respuestas válidas a nuestros interrogantes más importantes de tal manera que cada minuto adquiere un valor que no habría tenido normalmente. La urgencia por entender se hace tan intensa que uno se arrepiente de haber gastado mucho tiempo sin concentrar todos los esfuerzos para lograrlo.

Estos últimos años he estado especialmente interesado en la problemática interrelación entre el cerebro material y su producto inmaterial, el intelecto. Por lo tanto he leído nuevamente unos cuantos libros que tenía y adquirí algunos de los últimos sobre el tema. Se supone que es más difícil para un hombre que para una mujer ahondar en sus emociones pero como se dice que estas forman la base de nuestros sentimientos e incluso de nuestros pensamientos intentaré el ejercicio de entender que me está pasando a mí.

Escuchar el veredicto de cáncer en los dos pulmones y en los ganglios centrales fue un choque que bajó por mi columna y subió de nuevo como un relámpago. Sin embargo debo decir que yo más o menos lo esperaba a juzgar por la secuencia de escanografías a las que fui sometido y más en especial por la última, una escanografía PET. Lo esperaba y no obstante me impactó. Sabía lo que significaba porque mi hermano Sylvain murió seis meses después de recibir el mismo diagnóstico hace unos doce años. Por lo tanto, me di a mi mismo sólo unos cuantos meses de vida.

Sin embargo, me sorprendí de ver que tan fácil superé el choque inicial. Un torbellino de intensas emociones se calmó rápidamente ante la lúcida comprensión de que lo inevitable me había alcanzado y de que nada se podía hacer al respecto. No sentí rabia, ni disgusto, ni desesperación. Como máximo, sentí una vaga nostalgia por todos los maravillosos momentos que había disfrutado. No sentí ningún deseo esperanzado de dicha eterna ni miedo al infierno. Iba a morir y punto.

Me ocupé poniendo mis cosas en orden, revisando mi última voluntad y testamento, atando cabos sueltos y tratando de entender todas las implicaciones de que lo que llamo "Yo" pronto dejaría de existir. Tuve que enfrentar un número de interrogantes fundamentales: ¿Qué es ese yo?. ¿Qué tanto control tengo sobre él? ¿De donde viene y a donde va?

Cinco semanas después del diagnóstico inicial, conocí a una oncóloga que ordenó una biopsia de los ganglios ya que ella pensaba que había una posibilidad de que no estuvieran cancerosos. Eso me dio la esperanza de sobrevivir unos cuantos años en lugar de unos pocos meses pero la inicial aceptación realista de mi pronto deceso con la que ya estaba cómodo fue afectada por esta esperanza y la previsible obligación de tenerme que someter a cirugía, quimioterapia, radiología y meses de amarga lucha contra la enfermedad.

Ahí fue cuando mis emociones retornaron con violencia provocando que mis sentimientos fluctuaran entre una calmada aceptación y un apetito feroz por sobrevivir a todo costo. Infortunadamente, mi experiencia con el sistema de atención médica de Québec (brevemente descrita al final de la página de Regreso a Casa), introdujo los demonios de frustración, ira, impotencia, aislamiento y desánimo que abren la puerta a la tristeza si no son rechazados lo suficientemente rápido.

Luché seis meses con estos demonios sin ser ser informado lo suficientemente sobre el estado de mi cáncer y las opciones disponibles. Lo más importante, sin ser invitado a participar en decisiones concernientes a mi supervivencia. Se hubiera necesitado sólo un poco de entendimiento y comunicación para ayudarme a rechazarlos definitivamente. Por el contrario, tuve la clara impresión de que tan pronto yo no estaba físicamente presente en el hospital, me convertía en un archivo de papel con un número anónimo sobre él, almacenado en alguna parte en una enorme pila de otros archivos esperando a ser procesados por la máquina. Me sentía como un carro o un televisor siendo procesado a través de varias estaciones de trabajo en una línea de ensamblaje. Más exasperante era el sentimiento de impotencia ante la extrema dificultad de navegar por el laberinto de los robots de las máquinas contestadoras para alcanzar a una persona real capaz de decirme algo acerca del progreso de mi caso. Eso me dio la sensación de ser rechazado por el sistema médico.

Admito haber sido muy bien tratado por los diferentes especialistas individuales del sistema de atención en salud que trabajaron en mi caso pero me sentí como un carro o un televisor siendo procesado a través de varias estaciones de trabajo en una línea de ensamblaje. Cada uno agregaba una parte o apretaba un tornillo antes de pasarme a la siguiente estación de trabajo. Uno de ellos, del cual tuve una buena opinión porque se tomó el tiempo para decirme que estaba haciendo, resultó ser exactamente como los otros cuando al final de su intervención me dijo "vaya a la sala de emergencias si tiene problemas en los próximos días". Estoy seguro de que no era su intención pero lo percibí como "Ahora que yo he atornillado mi parte, me lavo las manos con usted". Su impacto sobre mí hubiera sido tan diferente si hubiera dicho "No dude en llamarme si tiene problemas en los próximos días".

Traté de tomarlo con calma y me ocupé escribiendo sobre mi último viaje para evitar pensar en eso pero tuve altibajos. Puedo orientar mi pensamiento, mis actitudes y mi comportamiento pero hice un considerable esfuerzo para atenuar las emociones negativas causadas por las brutales deficiencias del sistema médico. No obstante, me las arreglé para conservar la apariencia de mi usual buen humor hasta septiembre antes de tener que recurrir al apoyo químico de un antidepresivo.

Finalmente recibí buenas noticias el 5 de septiembre cuando supe que no había células cancerosas en la última biopsia tomada el 21 de agosto directamente en el centro de lo que se supone era mi cáncer. Era sólo un gran nódulo de fibrosis pulmonar. Ellos explicaron que los exámenes previos habían dado "falsos positivos". Esas fueron muy buenas noticias pero yo no estaba aún fuera de peligro ya que el nódulo había crecido y la fibrosis más el enfisema habían reducido mi capacidad respiratoria en un 30% de lo que debería ser.

En términos generales, debería regocijarme y dejar de preocuparme pero seis meses de un duro manejo emocional que pudo haber sido evitado han afectado mi resistencia y siento que me tomará algún tiempo recuperarme.

Me avergüenza exponer mi vulnerabilidad emocional de esta manera pero creo que vale la pena hacerlo si sólo esto puede convencer a unos cuantos directores del sistema de salud de la importancia de tratar a toda la persona y no sólo a los órganos que están funcionando mal. Esa es una perogrullada muy trillada pero ha sido repetida con tanta frecuencia que aquellos que deberían prestarle atención la olvidan fácilmente.

Durante años he estado escuchando a la gente quejarse sobre las atestadas salas de emergencia, sobre pacientes en camillas parqueadas en concurridos corredores y sobre la escasez de doctores y personal de apoyo. Por años he estado escuchando que nuestro sistema médico necesita una reforma a fondo porque "está descompuesto". Hasta ahora estaba fervientemente en favor de nuestro sistema universal de "velocidad única". Tratar a todos los pacientes, ricos o pobres, de la misma manera me parecía una hermosa idea para ser preservada de los asaltos de la medicina privada.

La experiencia de estos últimos pocos meses me ha hecho cambiar de opinión. No porque piense que puedo costear mejores servicio en el sector privado sino porque me doy cuenta de que la ausencia de competencia produce los mismos resultados en cualquier parte ya sea en el caso de un monopolio en servicios médicos o en el de los monopolios en transporte, distribución o comercio. En ausencia de competencia, quienes poseen el monopolio se hacen todo poderosos y sus clientes cautivos son reducidos a proporciones insignificantes.

El desbalance de fuerzas entre los pacientes cautivos y todos los agentes del sistema médico monopolio es agudo en todos los niveles desde el doctor en jefe hasta los empleados que llevan los orinales. Y con frecuencia los niveles más bajos, fuertemente sindicalizados, son los más arrogantes. La única libertad de escogencia dejada a los pacientes es retirarse (si está físicamente en capacidad de hacerlo) y perder la atención a la cual tiene derecho.

Ahora pienso que la presencia de un sector médico privado dinámico estimularía al sistema médico a acortar las demoras, a simplificar y humanizar las comunicaciones con su clientela y dar a esta la impresión de que tienen algo que decirle acerca de su futuro. ¿Si la competencia de los colegios privados es un poderoso recordatorio que obliga al sector público a hacerlo mejor, por qué esto no sería beneficioso también para los servicios médicos públicos?

Espero redescubrir la serenidad que disfrutaba cuando pensaba que no había esperanza pero mientras tanto trataré de centrar mi atención en los interrogantes mencionados arriba y en las respuestas tentativas que compartiré con ustedes.

 

żEl Yo, el "Alma" y la Conciencia?

¿Qué pasará cuando muera?, ¿Cuál es ese "Yo" que está haciendo esa pregunta? La gran mayoría de la gente piensa que el yo es un ser inmaterial llamado el "alma" que coexiste con el cuerpo cuando éste está vivo y que pasa a existir para siempre después de la muerte. Es tentador pensar que esa parte de nosotros, nuestra alma, engañará a la muerte para vivir eternamente pero eso me parece difícil de creer. Todo lo que puedo observar empieza, evoluciona y desaparece. Incluso las estrellas nacen, evolucionan y mueren. Me parece demasiado pretencioso creer que esta evidente ley de la naturaleza no se aplicaría en mi caso porque soy parte de la especie humana.

En la tradición judeo-cristiana-islámica los humanos tendrían almas pero los animales no. Las almas serían creadas en la concepción y existirían para siempre a partir de entonces. De acuerdo con los creyentes en esta tradición, cada alma sería recompensada o castigada durante la eternidad por el Dios Todopoderoso según que tan "buena" o "mala" la combinación específica cuerpo-alma de la que ha sido parte, haya sido durante su existencia terrenal.

En la tradición Hindú, un alma preexistente sería unida con un feto determinado hasta que la persona muera, luego, sería unida a otro nuevo cuerpo y así por siempre. Los hindúes llaman a este reciclaje interminable "la rueda de la vida". Las almas que vienen de compuestos cuerpo-alma que han sido "buenos" serían recicladas en compuestos cuerpo-alma destinados a tener mejores condiciones de vida y las que vienen de compuestos que han sido "malos" serían castigadas al renacer en seres de más bajo estatus incluyendo animales. Una multitud de dioses están implicados en esta visión del Universo pero algunos sofisticados pensadores hindúes buscan reconciliar esa visión tradicional con el monoteísmo al decir que la multitud de dioses hindúes son simples manifestaciones de un Dios único.

El Budismo, que surgió en oposición al sistema de castas que privilegiaba abusivamente a los Brahmanes, también postula la existencia de almas individuales pero rechaza la multitud de dioses hindúes en su versión inicial Theravada que aún se practica en Sri Lanka, Myanmar y Tailandia. Las enseñanzas iniciales de Buda, sin embargo, fueron gradualmente corrompidas a lo largo de los siglos por una clase elitista de monjes y lamas que reintrodujeron una multitud de divinidades, demonios y espíritus equivalente a los dioses hindúes, en las variantes más ampliamente difundidas de la escuela Mahayana y en la variedad teocrática Vajrayana o Lamaista practicada en Tíbet.

Las tres escuelas de pensamiento tienen en común el hecho de que aquellos que afirman definir que es el "bien" y que es el "mal" (rabinos, sacerdotes, mullahs,brahmanes, monjes y otros gurús) están en una posición de ejercer considerable poder sobre sus seguidores. Ellos obviamente tienen un interés creado al promover la creencia en una "alma" sobrenatural que es la llave al poder y los privilegios que ellos disfrutan.

Sin embargo, no hay la más mínima evidencia que apoye la existencia de tales entidades sobrenaturales. La observación del hombre sobre el mundo real que lo rodea y el uso de la razón para potenciar un entendimiento de éste normalmente serían suficiente para desechar el concepto de "alma" si no fuera por el considerable interés creado de aquellos que lo promueven y por el lavado de cerebro que ellos practican en niños antes de que estos puedan haber desarrollado la capacidad de pensar por ellos mismos. Para preservar la creencia en el concepto del "alma", se promueve la credulidad y la fe ciega es elogiada como una virtud suprema.

Los pocos que nunca han sido sometidos a tal manipulación, aquellos que se las han arreglado para resistir y aquellos como yo que han liberado sus mentes de los dogmas, comparten una visión del mundo en la que no hay elementos sobrenaturales, mágicos o místicos. Tenemos la opinión de que la extraordinaria hipótesis de un mundo que no obedece las leyes de la naturaleza requiere una prueba igualmente extraordinaria para ser creíble. Preferimos vivir con la frustración de preguntas sin respuesta sobre el "yo" en lugar de adoptar el concepto de "alma" que consideramos no sólo infundado sino también una invención fraudulenta diseñada para facilitar la explotación de la mayoría por los pocos.

Cada vez hay más y más respuestas sobre el yo. Ha habido concenso durante siglos acerca de que el yo está relacionado con el cerebro y no con el corazón el hígado o los riñones. Gracias al método científico y la experimentación concienzuda tenemos ahora una considerable cantidad de conocimiento sobre como funciona el cerebro y se ha vuelto ampliamente aceptado que la conciencia es una propiedad emergente de la actividad neuronal del cerebro. (Ver bibliografía sobre conciencia.)

"Propiedad emergente" significa que la estructura y organización particular de nuestro cerebro material produce "algo" que tiene propiedades no encontradas en las neuronas individuales que forman nuestro cerebro. De forma similar, las propiedades de dureza, viscosidad y presión que son atributos respectivamente del hielo, el agua y el vapor, no se encuentran en las moléculas H²O individuales. La naturaleza polar de la molécula H²O también es una propiedad emergente. Los átomos individuales del hidrógeno y el oxígeno no exhiben esa polaridad que determina las propiedades químicas y físicas particulares del hielo, el agua y el vapor. De este modo, el crecimiento de la complejidad en la organización de la materia crea una cascada de nuevas propiedades emergentes desde polaridad hasta presión, hasta la creación de moléculas basadas en carbón, hasta su polimerización y replicación, hasta vida unicelular, hasta seres multicelulares y, paso a paso, finalmente hasta la humanidad y la conciencia.

Ese "algo" que emerge del funcionamiento de nuestras neuronas por supuesto no es material. Sin embargo no existiría sin el soporte físico de nuestro cerebro de la misma manera que la "blancura" no puede existir sin el soporte material de lo que es blanco. De hecho, ese "algo" no es una cualidad sino más bien un proceso que no podría existir sin el soporte material de nuestras neuronas. Es igual con nuestro genomo, estamos tratando con la información que determina la estructura del complejo organismo que es el hombre y que es responsable de su funcionamiento. Esta información es inmaterial pero no existiría sin el soporte físico de nuestro ADN. Es el producto de leyes de la naturaleza a las que está rigurosamente sometida. No hay nada sobrenatural o mágico acerca de ese información de lo que la conciencia es la última manifestación.

Esta afirmación puede parecer superflua pero se hace necesaria por la confusión introducida por el uso de términos ambiguos como "espíritu" que carga un enorme rango de significados desde la conciencia humana con la que estamos tratando aquí hasta seres sobrenaturales como "almas" de los vivos y de los muertos, como los "espíritus" del bien y del mal y como dioses de varios niveles jerárquicos,etc.

En mi opinión, evitar el uso de términos ambiguos como "espíritu" ayuda mucho a preservar la claridad de nuestro pensamiento. Pienso que el término "espiritualidad" también es mejor evitarlo porque la amplia variedad de significados que le damos le quita el sentido. Igualmente, prefiero usar "me parece que", "pienso que", "tengo la opinión de que" o "estoy convencido de que" en lugar de "yo creo" que, al faltarle matiz, con frecuencia conduce a malos entendidos.

Habiendo evitado quedar empantanados en la terminología ambigua, podemos retornar al mundo natural de la materia y observar que la localización de las partes del cerebro que contribuyen a sus diferentes funciones se está haciendo cada vez más detallada y que los mecanismos subyacentes a los diferentes procesos de pensamiento y emociones están siendo revelados a una velocidad cada vez mayor. De este modo, el estudio de los procesos neurológicos físicos que producen estados alterados de conciencia percibidos como varias formas de " comunión con Dios " por los monjes tibetanos en profunda meditación, por los derviches giróvagos y por otras variedades de místicos son ahora el objeto de un nuevo campo de la neuroteología.

Los neurólogos han determinado que hay mucha más actividad en nuestros cerebros que aquella de la que estamos conscientes. Ellos han demostrado que la actividad neuronal física inconsciente precede nuestra toma de decisiones consciente Esto significa que el cuerpo físico (el cerebro) decide antes de que el "yo" inmaterial se haga consciente de lo que él toma como sus decisiones. Este fenómeno frecuentemente demostrado plantea serias preguntas en cuanto a la extensión y mecanismos de nuestra voluntad libre.

Muchas preguntas permanecen si contestar en cuanto a la compleja relación entre el "Yo", la "conciencia" y el cerebro material pero la investigación activa está en progreso y el concepto de un "alma" sobrenatural está perdiendo terreno diariamente. Hoy en día la definición de muerte como la cesación de la actividad del cerebro está lo suficientemente difundida como para permitir la remoción de órganos vitales de donantes con muerte cerebral cuyos corazones aún están latiendo. Defensores fundamentalistas del concepto sobrenatural de "alma" basan su oposición a esta práctica en su creencia de que dicha "alma" no deja el cuerpo hasta después de que los latidos del corazón y la respiración hayan parado. (¡consideren el caso de Terri Schiavo cuyo cadáver fue artificialmente mantenido en un estado vegetativo persistente durante 15 años y al que le fueron suministrados los Últimos Ritos Católicos antes de que su tubo de alimentación fuera removido!)

A medida que la muerte se aproxima, me doy cuenta de que la conciencia que llamo "yo" desaparecerá completamente en un futuro no distante. No me molesta de perder la conciencia cuando voy a dormir cada noche porque espero recuperarla la mañana siguiente y continuar con mi rutina diaria de ejecutar el programa almacenado en mi cerebro que produce la persona llamada Bernard. La permanente pérdida de la información que subyace en mi ser y su programa es sin embargo algo más. El próximo final de la afirmación de mi vida me induce a examinar el contenido de ese programa y cómo evolucionó para llegar a ser lo que es.

He descrito, en el ensayo "Reflexiones sobre la verdad", cómo la búsqueda de mí mismo me ha mostrado que la autodefensa contra la manipulación es esencial para el pensamiento autónomo y he explicado cómo el descubrimiento de un enfoque estadística me ayudó a evitar los riesgos de los absolutos en "Mi Aldea de Juguete". Escribí estos artículos hace años cuando pensaba que iba a vivir hasta los cien. Ahora que sé que eso no pasará, tengo que preguntarme de nuevo cual era el propósito objetivo de mi vida, si lo había.

La tradición judeo-cristiana-islámica mencionada arriba afirma dogmáticamente que todos los esfuerzos y la conmoción de la vida no sirven a otro propósito que el de celebrar la gloria eterna de Dios. No sólo no hay pruebas para apoyar esta proposición, sino que no tiene mucho sentido que un Dios todo poderoso, ubicuo y que todo lo sabe tuviera algún uso para tal glorificación. A pesar de la evidencia de esa tontería, el meme de un Dios vanidoso y exigente todavía infecta la mayoría de los cerebros en nuestro pequeño planeta. Sospecho que el interés creado de los rabinos, sacerdotes, mullahs, brahmanes, monjes y otros gurús, tiene que algo ver con la persistencia de la creencia irracional en una alma eterna que existe sólo para glorificar a Dios.

Desde Darwin, se ha ido reconociendo gradualmente por parte de una mayoría de científicos que la evolución de porciones de materia organizada que se reproducen ha sido meramente al azar y carente de cualquier finalidad. Éste entendimiento no obstante no ha arrasado con milenios de enseñanzas por parte de líderes religiosos de todo tipo acerca de que el fenómeno de la vida podría ser explicado sólo por medio de una finalidad eterna. Creer en "el reino de los cielos" ayudaba ya que tenía la definitiva ventaja de ofrecer la dicha eterna a la sufrida humanidad.

Al ser producto de mi entorno social y cultural, había interiorizado desde la infancia la idea de que la vida debía tener un propósito. Mis intuiciones entraron en conflicto con la creciente evidencia que apoyaba la evolución al azar. Esto fue un problema para mí durante mucho tiempo y me tomó algún esfuerzo deshacerme del meme de la finalidad eterna. Éste es sólo un ejemplo de muchas áreas donde la intuición y el sentido común no son de ayuda para descubrir cómo es realmente el Universo. La física cuántica y muchos de los recientes descubrimientos de la frontera del conocimiento son definitivamente contra intuitivos. Estas contradicciones revelan nuevas preguntas acerca de la conciencia de la identidad propia y el significado de la vida.

 

Conciencia de si mismo, metas y personajes

Cuando niño yo no era realmente consciente de mi mismo. Como todos los bebes primero me hice consciente de que tenía hambre. Más tarde, a la edad de 3 o 4 meses descubrí que el mundo exterior era algo diferente a mi cuerpo y comencé a hacerme consciente de estar demasiado caliente o demasiado frío. Comenzando alrededor de los dos o tres años la conciencia de mi propia identidad y mis sentimientos crecieron lentamente. Cuando era pequeño, estaba orgulloso de haber ganado una estrella en el parvulario y avergonzado de haber sido atrapado haciendo algo prohibido. También me hice consciente de los sentimientos de alegría o rabia pero el universo del que estaba consciente era físico e inmediato.

Como todos los de mi generación, estaba sujeto al adoctrinamiento tradicional y aprendí acerca de la existencia del cielo y la tierra, de ángeles buenos y demonios malos, de las almas de los santos, especialmente de aquellos a los que uno podía rezarles para encontrar un objeto perdido o curar un resfriado y finalmente, acerca del jefe de todo el sistema, el Dios todopoderoso que había creado todo y que podría destruirlo si así lo deseaba. Aprendí todas las respuestas que tenían que producirse sobre estas materias para obtener buenas notas e incluso creí en ellas por un tiempo, pero todo este mundo invisible y sobrenatural no afectó en realidad el universo del pequeño animal humano que yo era.

En realidad yo no desarrollaba ideas propias hasta que me di cuenta, alguna vez cerca de los 12 años , de que podía legítimamente tomar mis propias decisiones. Fue así cuando empecé a sospechar que el mundo sobrenatural podía muy bien ser un engaño. Fue como despertarme. Me estaba haciendo consciente de un universo mucho más amplio donde el pasado y el futuro se prolongaban mucho más allá de la semana anterior y la siguiente. Mis años de adolescente fueron no obstante un período difícil de contradicciones entre lo que me habían enseñado a creer y mis propias observaciones de la realidad del mundo alrededor mío que había empezado a entender. También fue un período de descubrimiento de mí mismo, del sexo, de aprender química, física, matemáticas y todos los otros placeres de la vida. No fue un período fácil pero yo estaba totalmente ocupado disfrutando la vida y no tenía otras metas que perseguir el placer y evitar el dolor. A pesar de aquellas dificultades esos fueron años relativamente despreocupados y el joven animal curioso que yo era les sacó el mejor provecho.

Yo tenía unos 25 años cuando empecé a tener metas existenciales y mi vida ha estado orientada a las metas desde entonces. Para mí, una meta existencial es un proyecto o una causa mayor que mi placer inmediato o mi interés, a través de la cual puedo trascender mis limitaciones. Mirando atrás sobre toda una vida puedo ver ahora que esas metas tal vez sirvieron como sustitutos a la finalidad sobrenatural que había rechazado en mi adolescencia. Algunas veces me pregunto cómo hubiera sido ir por la vida sólo para disfrutarla viviendo sin la necesidad de grandes objetivos o pasiones para justificar mi existencia.

La primera pasión de esas que trajo y agregó dimensión a mi vida fue mi identificación y participación en los intereses de la nación quebequense que empezaron en 1960. La actividad política temprana me llevó a y fue reemplazada en 1964 por el proyecto de crear una compañía petrolera del estado de Québec cuando descubrí (por medio de mi trabajo en Elf en París), que el precio del petróleo crudo declarado a las aduanas canadienses no reflejaba los enormes descuentos, más o menos secretos, de aproximadamente el 40%, otorgados en los sesentas por debajo de los precios oficiales fijados. A Canadá del este y particularmente a Québec les estaban siendo robadas cifras colosales por parte de las compañías petroleras. Los costos de la energía al este de la "Borden line" (en Ontario del este), deberían haber sido mucho más bajos o los enormes beneficios que estaban siendo producidos en paraísos fiscales del exterior deberían haber sido traídos a casa y haber sido gravados con impuestos en Canadá. Ese proyecto se cristalizó con la creación de SOQUIP (Société Québécoise d'Initiatives Pétrolières) y mi regreso de Paris a Québec en 1970 pero su propósito inicial de refinar petróleo crudo importado a los precios reales del mercado mundial se volvió en vano cuando los descuentos sobre los precios fijados fueron eliminados por la primera crisis del petróleo en 1973. El propósito de SOQUIP fue en adelante limitado a la exploración de petróleo y gas. Mi identificación con los intereses de Québec se había hecho parte de mi personaje y esa orientación persistió cuando encabecé la Régie de l'Électricité et du Gaz desde 1980 hasta 1990.

Otro proyecto que tuvo una dimensión "más grande que yo" pero con menos alcance fue la restauración durante 10 años de una granja de 1829 en Sainte-Croix de Lotbinière. Lo hice con mucho amor porque consideraba que se me había encomendado momentáneamente la responsabilidad de una herencia cultural colectiva. Restaurar esa vieja casa implicó que me convirtiera en un especialista en arquitectura temprana de Québec y adquiriera habilidades manuales en mampostería, carpintería, plomería,etc. Me enriqueció con un nuevo personaje, el hacendado del campo que se involucró en la cría de ovejas Dorset pura sangre como hobby durante unos cuantos años. La casa fue declarada Monumento Histórico Nacional de Québec cuando terminé de restaurarla y finalmente la vendí en 1993 cuando apareció un otro personaje como consultor internacional.

El estudio de la psicometría desde 1980 hasta 1993 y el desarrollo de Microprofil (un sistema computarizado de análisis de la personalidad) creó otra imagen con la cual identificarme. Finalmente, ser mochilero por todo el mundo y escribir mis relatos de viajes en esta sitio web durante los últimos diez años crearon el personaje todavía vigente del trotamundos que actualmente está siendo reemplazado por el de un promotor del pensamiento crítico y de valores humanos en Québec

También, como todo el mundo, he desempeñado muchos papeles la mayoría de los cuales nunca se volvieron lo suficientemente importantes como para crear una personaje y unos cuantos que prefiero no mencionar. Por supuesto yo no presentaba el mismo personaje como un mochilero desaliñado buscando un lugar para dormir en los concurridos callejones del centro de Calcuta que presidiendo reuniones de junta de SOQUIP o como un hacendado en Ste-Croix.

Menciono estos eventos en esta parte sobre la conciencia de la propia identidad porque pienso que la conciencia ocurre en varios niveles diferentes. Inevitablemente desempeñamos muchos papeles al adaptarnos a los diferentes entornos y circunstancias de nuestras vidas. La mayoría de estos papeles son momentáneos y se olvidan pronto pero aquellos que implican compromiso, pasión y objetivos concretos finalmente crean personajes si duran lo suficiente.

Ser verdademente consciente es reconocer bien todos estos papeles y personajes diferentes y descubrir como emergen de nuestros valores personales básicos como las propiedades del hielo, del agua y del vapor emergen de las propiedades de la molécula H²O.

A medida que la muerte se aproxima, me hago consciente de que estos valores personales básicos son y terminan en ellos mismos. Por medio de todos mis roles y personalidades, ellos le han dado significado a mi vida y son la esencia de lo que se perderá cuando muera. Ahora entiendo lo maravilloso que debe ser saber que los valores básicos de uno serán rescatados del olvido por los niños que los adopten y los transmitan a sus propios niños. En mi caso, la Fundación y Asociación Humanista se han convertido en mi familia en ese aspecto.

 

El comienzo y el final de la vida

Parece por lo tanto que las diferentes personalidades que me animaron cuando estaba haciendo más que simplemente dejar que la vida pasara fueron sólo manifestaciones de un "yo" subyacente que a su vez era sólo una manifestación de la actividad de las neuronas materiales que constituyen mi cerebro. Lo que llamo "yo" no es una cosa o un ser sino un proceso que maneja información.

Uno puede entonces preguntarse cuando comienza y cuando termina ese proceso. Ahora hay acuerdo general de que termina cuando no hay más actividad cerebral perceptible. Es admisible remover órganos para ser transplantados de cadáveres cuyos cerebros han cesado de funcionar pero identificar el comienzo de la vida es más controvertido. Personalmente estoy en favor de usar el mismo criterio para el comienzo que para el final. Eso quiere decir que el comienzo de lo que llamo "yo" debería coincidir con el comienzo del proceso que produce ese "yo".

Obviamente, se requieren neuronas por que un proceso neuronal exista. Ahora sabemos que los precursores de las neuronas no aparecen en el feto hasta unos 14 días después de la mitosis (la primera división del huevo fertilizado). También sabemos que el bebé recién nacido, así como el feto, no es consciente de que el mundo exterior no es parte de su cuerpo hasta después de los tres o cuatro meses de nacido. Finalmente, los especialistas en la materia están de acuerdo en que la conciencia de un "yo" distinto no ocurre antes de los dos o tres años.

Podemos por lo tanto decir que el comienzo del proceso neuronal que nos concierne se extiende entre dos semanas y más o menos tres años después de la mitosis y que no podemos identificar el momento preciso de la aparición de un nuevo ser humano. Si la naturaleza opera de esta forma para empezar el proceso, es razonable pensar que el final del proceso también puede estar extendido en el tiempo (excepto por supuesto en casos de muerte violenta).

Ahora pensamos que la muerte ha ocurrido cuando la actividad del cerebro ha parado incluso si partes del cuerpo todavía están funcionando. Por otra parte, con frecuencia observamos que el proceso cerebral falla progresivamente antes de parar y es frecuente ver una fase de creciente confusión e incoherencia en el moribundo antes de su deceso. Este período de degradación gradual se puede incluso extender durante años en el caso de víctimas de enfermedad de Alzheimer.

Por lo tanto podemos decir que el comienzo y el fin del proceso neuronal que produce lo que llamamos nuestro "yo" no son eventos puntuales como afirman los que creen en la existencia de una hipotética "alma". Yo pienso que, como muchos otros procesos naturales, la existencia de una persona comienza imperceptiblemente, se desarrolla hasta alcanzar un cenit y luego decae hacia un final más o menos bien definido en el tiempo. Para ilustrar esto, consideren el comienzo, el crecimiento paroxismal seguido del deterioro y desaparición del proceso meteorológico que es un huracán.

 

Escogiendo cuando salir

Me considero con suerte. Si no hubiera sido por mi accidente en Bahrein probablemente no hubiera sido diagnosticado erróneamente con cáncer y no podría haberme preocupado por pensar tan intensamente acerca del significado que la muerte puede tener para mí.

Me siento bien ahora y estoy disfrutando la vida mientras dure. Sé que la fibrosis pulmonar y el enfisema probablemente reducirán la calidad de mi vida gradualmente hasta que en algún punto el valor marginal de vivir caerá por debajo de su precio en términos de esfuerzo y degradación.

El pronóstico fue mucho más radical cuando pensé que la bestia del cáncer creciendo dentro de mí finalmente causaría dolor severo y una invalidez que el mejor cuidado paliativo apenas manejaría. Sentí que definitivamente tenía mucha suerte de ser ateo. Si hubiera sido un creyente con cáncer hubiera tenido que soportar el dolor y la degradación hasta que Dios decidiera liberarme de mi miseria. Terminar con mi vida cuando no podía soportarlo más me habría costado perder la posibilidad de la dicha eterna en el cielo y garantizado un billete de una vía al infierno.

Al ser ateo, me sentiré libre de hacerlo si puedo. No será fácil ya que espero que cuando mi corteza cerebral racional considere que el tiempo de dejar el escenario ha llegado, mi sistema límbico, más primitivo y sede de las emociones, luchará por sobrevivir a cualquier costo.

¿Cuando es el momento adecuado para partir? La respuesta parece ser más fácil de determinar en el caso de dolor severo de difícil cura que con frecuencia tiene más manifestaciones visibles que en el caso de la desesperación discreta causada por la degradación gradual de las habilidades humanas. El dolor físico suscita mucha más compasión que el sufrimiento moral aunque ambos pueden ser igualmente insoportables. ¿Qué valor queda cuando los atributos humanos que hacen de la vida una aventura maravillosa se han ido? Sólo el individuo afectado puede decirlo.

Los factores que entran en juego en la decisión subjetiva de cometer suicidio varían tanto de una persona a otra que las leyes que afirman ser soluciones "para todos" están definitivamente fuera de lugar. Dejen a los que creen que sólo Dios debería determinar el momento de la muerte escoger sufrir su agonía hasta el final amargo si ellos lo desean, pero no les permitan imponerme sus creencias.

Algunos individuos podrían aferrarse a la vida incluso aunque no sean capaces de moverse más, no puedan controlar los desperdicios de su cuerpo o reconocer a su familia inmediata y hayan perdido la mayoría de atributos humanos. Permitan al sistema médico prolongar su deterioro si es eso lo que desean pero no le permitan imponerme tratamientos indeseados.

Pronto tendré 73 y he tenido una vida plena y satisfactoria así que no permitiré que algunos de los "que ostentan sentir lástima" den la vuelta a mi opinión de que es tiempo de dejar el escenario. Sostengo la opinión de que la vida es la expresión del potencial humano. Cuando el potencial se ha ido, la prolongación artificial de las apariencias de la vida es una abominación a la que espero jamás ser sometido.

Entiendo que la "raison d'être" de la profesión médica es preservar y prolongar la vida todo el tiempo pero reclamo que la decisión de terminar mi vida me pertenece a mí y no a nadie más. Esa decisión es esencialmente subjetiva. Sólo el individuo al que le concierne puede pesar los pros y los contras que aplican para él en sus circunstancias específicas, al escoger vivir un día más, una semana más o hasta el final amargo. Un testamento biológico puede ofrecer alguna protección frente al abuso médico pero eso no es suficiente para mí. Lo que necesito de la profesión médica es información imparcial para ayudarme a tomar una decisión inteligente y finalmente, asistencia material para terminar mi vida.

Hay una amplia variedad de circunstancias entre el suicidio voluntario que es considerado un derecho fundamental en la mayoría de los países y la eutanasia no voluntaria que es igualada con el homicidio incluso cuando es motivada por la compasión. En Canadá, el suicidio es perfectamente legal pero dar asistencia para llevarlo a cabo es castigable con 14 años de prisión.

Me opongo a ser privado de la asistencia que podría necesitar para ejercer libremente mi derecho a disponer de mi propia vida. Me opongo como un asunto de principios y también porque creo que eso me forzaría a tomar el asunto en mis propias manos para terminar con mi vida mucho más pronto de lo que lo haría si me pudieran asegurar ayuda médica para cometer suicidio en caso de llegar a ser incapaz de hacerlo yo mismo.

...este es trabajo en progreso para ser desarrollado...

Actualizado el septiembre de 2006

 

 

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