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Argentina, rica y en bancarrota

 

 

Argentina está aquejada por crueles contradicciones, es un país rico con un gobierno que afirma no poder pagar sus deudas.

Más de dos de los cuatro meses del viaje de este año los pasé en Argentina. La última vez que estuve aquí, el peso valía un dólar americano. Argentina era costoso así que no me quedé... Ahora que el peso ha bajado a tres por dólar, viajar acá no es más caro que a los países vecinos así que me quedé más tiempo para tratar de entender como este confundido y desordenado país se metió en el lío en el que está ahora.

A comienzos del siglo XX Argentina era el país más rico y más desarrollado de América Latina. Podía aspirar a un futuro comparable al de Canadá o Australia (PIB 22 500 y 20 200 $US/H IDH: 0.932 y 0.922). En lugar de ello, ha permanecido como un país del tercer mundo con un 54% de la población por debajo de la línea de pobreza, un PIB promedio de sólo 10 300 $ US/H y un Índice de Desarrollo Humano de 0,827.

Es difícil para mí e incluso para los argentinos entender que salió mal pero varios de ellos han expresado la opinión de que su carácter altamente individualista es en parte responsable. Un repaso por la historia del país muestra que la mayoría sino todos sus políticos se han ocupado más bien de sus intereses personales que de los de la nación y que la gente lo permitió siempre y cuando sus propios intereses no se viesen involucrados. Esta actitud egocéntrica es visible en todas partes. La disciplina social no es común. Para el promedio de los argentinos, una fila presenta el irresistible desafío de tratar de saltársela en frente de los demás; todo el mundo se quejan la la corrupción generalizada pero nadie duda en darle a un policía una pequeña “coima” para evitar una multa por exceso de velocidad; evitar pagar el alto impuesto al valor agregado del 21% no sólo es aceptable, incluso está de moda como un signo de ¡“viveza”! Una cultura tradicional de corrupción está profundamente arraigada en todos los niveles de la sociedad.(rango de 92 sobre 133 en los índices de corrupción de Transparencia Internacional).

No es fácil seleccionar la verdad entre toda la que es publicada por los medios argentinos sobre el juego de tira y afloja que tiene lugar entre el presidente Nestor Kirchner y la directora del Fondo Monetario Internacional, Anne Krueger, quien insiste en que la cuestión de los 88 mil millones de dólares de deuda privada sea arreglada antes de considerar la refinanciación de los 15 mil millones que Argentina le debe al FMI.

Después de haber creado varias nuevas monedas para camuflar la inflación crónica que la había desgastado por décadas, (el peso ley en 1975, el peso argentino en 1978 y el Austral en 1985), el gobierno pensó que podía eliminar la inflación estableciendo la convertibilidad a la par entre el peso y el dólar en 1992. Eso convirtió a Argentina en el país más costoso de Sur América pero aumentó el orgullo nacional (que es considerable), al ver al peso en igualdad con el dólar americano.

La convertibilidad a la par significaba que el gobierno tenía que dejar de imprimir billetes cuando quisiera para cubrir su déficit. Eso no evitó que el gobierno corrupto de Mennem viviera por encima de sus posibilidades. Financió su generosidad hacia el establecimiento incrementado más la ya cuantiosa deuda pública y privatizando todas las empresas estatales (incluyendo el servicio postal). Es conveniente señalar que estas privatizaciones masivas en un país corrupto condujeron al enriquecimiento masivo de la clase política y de sus amigotes al igual que sucedió en Rusia. La exportaciones dejaron de ser competitivas, el desempleo subió al 20%, el país entró en recesión y la clase media agobiada con los impuestos más altos se diezmó.

La bomba finalmente estalló en 1998 cuando el banco central no pudo cumplir más con la convertibilidad. A cambio de dólares a los depositantes bancarios se les dieron varios bonos representados en pesos y pagaderos en una década. En 1999 Fernando de la Rua fue elegido por sus promesas de eliminar la corrupción y de equilibrar el presupuesto pero sus medidas de austeridad y las severas restricciones que impuso sobre los retiros bancarios condujeron a una agitación económica y política que llegó a un punto crítico cuando el país no reembolsó el préstamo de 132 mil millones de dólares americanos en diciembre del 2001. Los disturbios, los saqueos y el caos civil que siguieron lo forzaron a renunciar. Fue reemplazado por Duhalde quien se precipitó a devaluar el peso al 50% haciendo que los titulares de depósitos bancarios y bonos en pesos perdiesen la mitad de sus ahorros de la noche a la mañana.

El país está en bancarrota. En términos políticamente aceptables, decimos que está afrontando una seria crisis financiera. La deuda de Argentina de 180 mil millones de dólares es casi una y media veces su PIB de 125 mil millones de dólares en 2003. Comprende aproximadamente 40 mil millones que se deben a los argentinos, 50 mil millones que se deben a gobiernos e instituciones internacionales (de los cuales 15 al FMI), y 90 mil millones que se deben a bancos privados y prestamistas de cuyo plazo han pasado más de dos años.

El problemita fue puesto entonces en manos de un astuto político de la Patagonia, Nestor Kirchner que goza de un cierto carisma y que no duda en manipular la realidad. Kirchner afirma que los prestamistas son tan responsables de la deuda como lo son los anteriores gobernantes de Argentina que la han contraído.¡En mi opinión, esto es tan inmaduro y tan irresponsable como los adolescentes con sobrepeso que demandan a la cadena de comidas McDonalds por haberlos vuelto obesos! Kirchner admite que el gobierno y las instituciones internacionales (entre las cuales está el FMI) deben ser reembolsadas en un 100% pero se rehusa a reembolsar más del 25% de los 90 billones de dólares que se deben a los bancos privados y a los titulares de bonos . Esta discriminación está en contra de las más elementales reglas de equidad.

Los más insensatos argumentos parecen válidos para él y los medios que lo apoyan (por supuesto controlados por el establecimiento). Las conferencias de prensa de los llamados “expertos” por lo general buscan justificar el no pago de la deuda (Argentina es absolutamente incapaz de reembolsar una deuda tan cuantiosa como esa, parte de ella fue contraída por la dictadura militar ilegal, los prestamistas que exigieron elevadas tasas de interés ya que sabían que la deuda de Argentina era riesgosa deberían ahora aceptar su pérdida como en una lotería, etc.). La realidad de la deuda es minimizada refiriéndose a ella como “unos números simbólicos en computadoras guardados en capitales extranjeros”. Kirchner va más allá y sataniza a los titulares de bonos no pagados llamándolos « buitres » que quieren cortar a la pobre Argentina en pedazos ahora que está desgastada por tratar de cumplir con todos los requerimientos del FMI (de sana gestión financiera).Es tan bueno que tiene a su público argentino sacando sus pañuelos pero dudo que consiga la misma reacción por parte de la comunidad financiera internacional.

Es asombroso como un político astuto servido por medios complacientes puede lavar el cerebro de la mayoría de la población para que crean que es totalmente correcto y honorable para Argentina no pagar 90 mil millones de dólares de deuda mientras los ciudadanos argentinos privilegiados (terratenientes, magnates industriales y políticos) han guardado más de 100 mil millones en bancos extranjeros y paraísos fiscales.

La abrumadora influencia de los medios masivos en la opinión pública en Argentina muestra lo vulnerable que puede ser la "democracia" frente a una campaña propagandística bien orquestada .La concentración de la propiedad de los medios en las manos de unos pocos grupos ahora hace posible mercadear ideas políticas de manera tan eficiente como bienes de consumo. ¡Y funciona! Sólo miren cómo los medios controlados por el establecimiento usaron los engaños y mentiras de Bush para vender su guerra contra Irak a los ciudadanos americanos. La verdad ya no es relevante, todo lo que importa es obtener resultados. Es más fácil ver el rol crucial que los medios han tenido en la formación de la opinión pública en Argentina y en los Estados Unidos desde afuera que desde adentro. Cuando me doy cuenta de ello, me pregunto hasta que punto mis propias opiniones políticas son memes manipulados por expertos en medios.

La clase media argentina casi ha desaparecido bajo el régimen de Mennem dejando a la oligarquía dominante con una mayoría de la población sobreviviendo bajo la línea de pobreza. El impuesto sobre el ingreso personal, el impuesto sobre los activos y el impuesto de sucesión que son utilizados para redistribuir la riqueza en países democráticos socialmente avanzados, no existen en Argentina. Los diferentes impuestos y contribuciones que financian los presupuestos federal y provincial se aplican de la misma manera a los ricos y a los pobres. Debido a ello y a una administración fiscal corrupta, la carga fiscal de los privilegiados es proporcionalmente mucho más ligera que la de otros ciudadanos. Por lo tanto, no sorprende que Argentina sea un campeón en desigualdad social, su coeficiente "gini" de 0.65 es de los más altos en América Latina.

La deuda argentina no es una cifra abstracta como Kirchner lo afirma, representa los ahorros de los prestamistas, las cantidades prestadas fueron usadas para llevar a cabo proyectos e importar bienes que beneficiaron a algunos argentinos. El problema es que aquellos que más se beneficiaron pagan muy pocos o ningún impuesto y que parte de estos fondos ahora han ido a parar a cuentas numeradas por fuera del país.

Reconozco que reembolsar la deuda sería difícil para la mayoría indigente del país bajo el presente régimen fiscal pero creo que sería diferente si los privilegiados fueran forzados a contribuir. Ciento ochenta mil millones de dólares es mucho dinero, no desaparecen así no más, dejan huellas que deben ser rastreadas para determinar quien debería reembolsar la deuda y como. Sin embargo esa es sólo mi opinión personal. La mayoría de los argentinos parecen creer que sería correcto no pagar la deuda.

Para mí, el no pago de deudas es vergonzoso pero eso no parece hacer mella en la enorme autoestima de los argentinos que generalmente creen que son más refinados, más atractivos e inteligentes que sus vecinos suramericanos. Los argentinos se creen europeos pero carecen de la disciplina, solidaridad y respeto hacia el interés común sin los cuales la Unión Europea y el Euro no hubieran sido posibles.

Lo que está en juego a corto plazo del problema de la deuda es considerable. Si Krueger se las arregla para forzar a Argentina a pagar sus deudas, el gobierno tendrá que implementar reformas fiscales obligando a la oligarquía rica dominante a contribuir porque allá es a donde fue a parar el dinero y porque la mayoría empobrecida no podría cumplir con los compromisos del país ella sola. En mi opinión, que se impongan nuevos y considerables impuestos para los ricos es improbable considerando el control que la oligarquía ejerce sobre la opinión pública y el gobierno a través de los medios. Si Kirchner se las arregla para escabullirse de los compromisos del país, esta sería la victoria de la manipulación, de la corrupción y la devastación de un país por parte de su élite. La misma situación traspuesta al mundo de los negocios sería una bancarrota fraudulenta propensa a cargos criminales.

Lo que es más importante, sería un duro golpe para el sistema financiero internacional que depende ante todo de la confianza.

A largo plazo, no veo como Argentina pueda encontrar una solución duradera para sus problemas financieros sin una seria reducción del excesivo individualismo de sus ciudadanos y del desarrollo de un sentido de responsabilidad colectiva que a mi juicio se requieren para ganar la batalla contra la corrupción que yo siento que es la principal causa de los problemas del país.

Las naciones no cambian sus características nacionales fácilmente. Los europeos del norte persisten en ser reservados y los del sur continúan siendo comunicativos. Los norteamericanos aún son chauvinistas y maniqueístas, los chinos continúan siendo laboriosos, los japoneses, adictos al trabajo, etcétera. No es muy probable que los egocéntricos argentinos vayan a descubrir de repente los valores colectivos, la disciplina cívica y el sentimiento de constituir una nación que se necesitaría para que su país se libere de la corrupción y de la desigualdad social extrema que impide su desarrollo. No será fácil para el pueblo argentino escapar de la herencia absolutista española según la cual el poder legítimo viene de la cima de la pirámide y no de la base. Como se ve desde afuera, el país parece estar destinado a permanecer tan inestable y vulnerable a las dictaduras militares periódicas como lo ha estado desde que se independizó de España.

 

El Carácter Argentino

Durante dos meses conocí mucha gente en 16 pueblos y ciudades pero no conocí a ninguna persona perteneciente a la poderosa oligarquía que controla el país. Los ciudadanos corrientes que conocí desde la clase media alta hasta pobres me recordaron a adolescentes asustados en un estricto internado tratando de parecer valientes pero aterrorizados en secreto por el prefecto de disciplina. He llegado a considerarlos como víctimas de la codicia de la élite a la cual confían su porvenir. Una sucesión de crueles dictaduras indudablemente han dejado su huella en el carácter nacional. El egocentrismo argentino, visto como la manifestación de un instinto de supervivencia provoca comprensión y simpatía.

Ahora que el egocentrismo argentino ha sido examinado es sencillamente justo mencionar otros dos componentes ampliamente reconocidos de su personalidad única; su considerable autoestima y su marcada tendencia a ser hospitalarios con los extranjeros.

A los argentinos les gusta bromear acerca de su ego inflado. He oído docenas de esos chistes pero sólo compartiré uno con ustedes “¿Cuál es la forma más común de suicidio de los argentinos?” – “¡saltar al vacío desde encima de su ego!” Desafortunadamente los vecinos suramericanos que son objeto del desdeño argentino no aprecian esta característica para nada y califican a los argentinos de ser altaneros, distantes, arrogantes y otra cantidad de expresiones menos publicables.

Después de estos comentarios críticos sobre su carácter, me complace mencionar enfáticamente la notable cordialidad y hospitalidad con la que los argentinos reciben espontáneamente a los extranjeros. Se dice que esta tradición de hospitalidad viene de los primeros gauchos, nómadas de la pampas que vivían del ganado salvaje antes de que la tierra fuera distribuida a los terratenientes. De algún modo esta tradición se transmitió a través del tiempo y se mantuvo incluso en las ciudades. He visitado muchos personas en muchos lugares pero pocos me han dado la bienvenida de una manera tan cálida.

Finalmente, me parece justo compartir con ustedes el análisis del carácter argentino que me mandó por e-mail un lector argentino particularmente lúcido, como respuesta a esta página. Permítanme agregar también que siento que la gente se hace querer más a través de sus defectos que a través de la perfección. Argentina es definitivamente un país que estaría feliz de visitar nuevamente.

 

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