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Anterior: Gibraltar
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Capital: Rabat
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Tres cuartos del pueblo marroquí remonta sus orígenes a los habitantes originales, los bereberes, quienes soportaron invasiones de los fenicios en el siglo XII A.C., por los cartagineses en el VI A.C., por los romanos en el siglo II A.C., por los vándalos en el V D.C., por el imperio bizantino en el VI, por los árabes en el VII, los portugueses en el XV, los españoles en el XIX y los franceses en el XX. A pesar de ello, un tercio de la población todavía habla el antiguo idioma bereber afro-asiático. En 1956, Francia reconoció a Marruecos como una monarquía independiente con el Sultán Mohammed V como su rey. Le sucedió en 1961 su hijo Hassan II, quien ha disfrutado de un gobierno autocrático por 35 años antes de conceder un poco de democratización para contrarrestar la expansión del fundamentalismo islámico de Algeria. Cuando España se retiró del Sahara español en 1976, Marruecos y Mauritania lo dividieron entre ellos y Marruecos tomó la tercera parte al sur en 1979, cuando Mauritania no pudo defenderla del Frente Polisario que luchaba por independencia. El apoyo de Algeria a las fuerzas de la guerrilla de Polisario causaron serias fricciones que casi resultaron en guerra entre los dos países. En 1991, se firmó un cese al fuego supervisado por las Naciones Unidas con Polisario y se estableció una consulta popular para 1992, pero aún no se ha llevado a cabo. |
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Llegada al puerto Tangier. El paso de tres horas desde Algeciras fue rápido, porque la pasé con Peter Terelinch, un mochilero australiano excéntrico de Sydney de mediana edad a quien había conocido en Gibraltar.
La Puerta de Italia proporciona acceso a la medina (ciudad antigua) desde la Plaza Grand Socco en la parte oeste. Salí de la terminal del ferry a pie e ingresé en la medina por las gradas que están en la parte este y me abrí paso por las encantadoras calles estrechas hasta la Pensión Mauritania en la Plaza Petit Socco, donde compartí una habitación con Peter. Al día siguiente, salí hacia Tetouan y Peter hacia Casablanca.
La calle Mohamed V que va desde Pensión Iberia, donde me quedé en la plaza Moulay el Mehdi, hasta el Palacio Hassan II en la medina.
Al llegar temprano a Tetouan, inmediatamente me adoptó un guía no invitado, Hassan, que se me pegó como mi sombra y me mostró el lugar. Normalmente, lo habría despachado porque prefiero explorar callejones estrechos y tiendas oscuras por mí mismo, en vez de andar en un gira de las trampas turísticas locales. Era un tipo agradable y con gran personalidad, así que le dejé hacer su trabajo y le dí la propina esperada al final del día.
El Palacio Hassan II y el Palacio Royal son el corazón del laberinto de estrechos callejones y pasajes que constituyen la medina. Hassan los conocía como la palma de su mano y parecía que todos lo conocían, así que después de todo no fue mala idea contratarlo.
Me mostró lugares que no habría encontrado yo solo, como esta tenería al aire libre. Por supuesto, me llevó a sus tiendas favoritas (las que le daban mejores comisiones), pero sus presentaciones me facilitaron entablar conversaciones con los propietarios de las tiendas que visitamos.
Mi siguiente parada fue aquí en Chechaouen, una hermosa ciudad santa del siglo XV apartada de los lugares que todos visitan, en las montañas Rif. Esta es la plaza Outa el Hamman que está en el centro de la medina, donde los lugareños y turistas se sientan al sol tomando té dulce de menta en uno de estos cafés sobre la acera.
Quedan únicamente las torres y murallas exteriores del Kasbah del siglo XV, lo cual da a esta plaza un buen ambiente. Se esconden tras ella un jardín atractivo y un pequeño museo.
Siempre hay algo de sombra en las estrechas calles de Chechaouen y el recubrimiento de cal colour celeste, reduce el brillo del sol. En cada esquina, la vista es diferente pero hermosa.
Me quedé en la Pensión Znika donde conseguí una bonita habitación por 20 dirhams, no muy lejos de este encantador café.
La mayoría de casas tienen agua potable, pero algunas no. Esta fuente pública no sólo es decorativa, también es necesaria.
La escuela es obligatoria para los niños hasta 13 años de edad, pero realmente únicamente tres cuartos asisten a ella. Marruecos tiene seis universidades y gasta un cuarto de su presupuesto en educación, pero el analfabetismo es todavía alto, como 55 por ciento. Sin embargo, si hay un gran progreso, pues hace veinte años casi el 80% de los marroquís no podían leer ni escribir.
Bab el-Mahrouk en las murallas exteriores que protegen a Fés del norte.
Fue un largo trayecto de siete horas desde Chechaouen, porque el autobús se desvió por Souk el-Arba y Meknes en vez de tomar la ruta más corta a través de Ketama. Me dio tiempo de conocer a Francois y Martine, unos adolescentes franceses de Toulouse que también iban hacia Fés.
Murallas al norte de Fés, vistas desde el interior.
Fundada por Moulay Idris en el año 789, Fés es la más antigua de las ciudades imperiales de Marruecos. Ha sido la capital por largos períodos en varias ocasiones. Su apogeo fue como capital de los Merenids que gobernaron Marruecos del siglo XIII al XVI. A finales de siglo, el Sultán Abd el Aziz fue criticado por los líderes religiosos conservadores por adoptar un estilo de vida europeo que se consideraba disoluto. Fue derrocado por su hermano Abd el-Hafid, quien se estableció en Fés donde a su vez fue sitiado por tribus hostiles. Después de solicitar ayuda a los franceses, Marruecos se convirtió en protectorado francés en 1912.
La capital fue trasladada a Rabat en la costa, pero Fés se mantuvo como centro administrativo importante y los franceses construyeron una nueva ciudad junto a la antigua, según su política de ese entonces.
El famoso Bab Bou Jeloud (puerta del gran padre Jeloud) proporciona acceso al laberinto de calles angostas de la medina. En Fés me quedé en el Hotel Cascades por US$ 4.30 por noche, el cual quedaba a corta distancia al otro lado de esta puerta. Era un área de mercado colorida y bulliciosa con mucha gente dando vueltas por los puestos y cafés hasta muy entrada la noche.
El siguiente día lo pasé explorando la medina, perdiéndome y encontrando nuevamente mi rumbo con la ayuda de mi brújula. Seguí las señales de una puerta en la calle, subí cinco pisos de gradas oscuras y destartaladas para llegar a una tienda de artesanías en la azotea, desde donde tomé esta foto de una tintorería de cuero, donde se han venido utilizando por siglos las mismas fosas para teñir. Observen las pieles amarillas de cabra que se secan al sol en los techos cercanos.
Esta elaborada puerta de la sala de exhibiciones del sindicato de artesanos en madera y esta fuente pública son buenos ejemplos de la decoración arquitectónica marroquí clásica.
Las dos fotos de abajo muestran callejones estrechos típicos de la medina.
Las murallas al norte de Fés, bañadas por el sol, son una vista impresionante aún ahora.
Desde Fés tomé el autobús nocturno hacia Agadir, sin parar en Marrakech, pues es demasiado turístico para mí. Al llegar, tomé inmediatamente otro autobús y llegué aqui a las nueve de la mañana, con suficiente tiempo para visitar la ciudad antigua y tomar fotos de las famosas murallas de la ciudad de Taroudant antes de regresar a Agadir por la noche.
No hay nada especial qué ver en Taroudant, excepto estas grandes murallas de barro, pero están tan bien conservadas y son tan amplias que vale la pena desviarse para verlas.
Hoteles y cafés rodean a la Plaza Assarag, que es el corazón de Taroudant.
Marruecos tiene muchas playas lindas, pero Agadir es para Marruecos lo que Costa del Sol es para España, un descanso de invierno y un paraíso de recuperación para los hombres de negocios cansados.
Abajo a la izquierda, el patio de un hotel para turistas. A la derecha, la Gran Mezquita de Agadir.
Y, por supuesto, el corazón de Agadir, su magnífica playa en el Océano Atlántico. Pasé la noche en el mediocre Hotel Lackssas, pasé un par de horas en Internet y descansé en la playa antes de tomar otro autobús nocturno hacia Dahkla en el sur a las 8:00 p.m.
Marruecos reclama y administra el Sahara Occidental cuya soberanía permanece sin resolverse- el cese al fuego administrado por la ONU ha permanecido vigente desde septiembre de 1991 pero los intentos por sostener un referendum han fallado y los partidos hasta ahora han rechazado todas la propuestas intermediadas; los partidaros europeos, de Polisario y de Argelia aceptan las últimas propuestas de la ONU con la intermediación de US de una autonomía temporal limitada de 4-5 años seguida de un referendum por la independencia, pero una propuesta final de Marruecos está pendiente. Los reclamos de Mauritania sobre el Sahara Occidental han estado inactivos en años recientes.
Dieciocho horas después llegué a Dakhla a 1200 kms al sur de Agadir. Compartí una habitación en el Hotel Wahda con Alain Beaumont, un francés interesante que vendía generadores para molinos e ingeniosas bombas para pozos de agua a comunidades de oasis aislados. Después de la cena, nos dormimos rápido para recuperarnos del largo trayecto.
Dakhla, que está cercana al Trópico de Cáncer, es el punto de montaje para los convoys que van dos veces a la semana hacia el sur, a la frontera con Mauritania. Dahkla está dentro del Sahara Occidental, un territorio cuyo status aún debe ser establecido por una consulta popular auspiciada por las Naciones Unidas para determinar si sus habitantes desean ser independientes o dependientes de Marruecos. Marruecos la administra como parte integral del país y controla quiénes pueden ir a dónde y cuándo.
Mientras hacía los trámites para obtener permiso para unirme al próximo convoy, me encontré con Laurent Hurault, quien conducía un Peugeot 504 lleno de libros y suministros de escuela a Senegal acompañado por su hermano Christian que iba en una gran motocicleta de campo traviesa. Me ofrecieron aventón hasta la frontera con Mauritania, donde necesitarían mi asiento para dárselo al guía que los llevaría por el desierto.
Al siguiente día, como 50 vehículos de toda clase se reunieron aquí en la mañana, fuera de Dakhla. Después de innumerables trámites, revisiones y verificaciones, nos permitieron salir a las dos de la tarde para recorrer los 300 kms. hasta la frontera.
A cierta distancia fuera de Dakhla terminó el pavimento y continuamos, teniendo que escoger entre los vestigios de una superficie negra con tremendos surcos que hacían temblar hasta los huesos o el camino de arena suave al lado.
Christian hizo maravillas con su moto especial, mientras nosotros íbamos haciendo tremendo traqueteo entre los baches hasta que sucedió lo inevitable, se nos pinchó una llanta. Esto estaba previsto, pero tendríamos una llanta de repuesto menos para el resto del viaje.
Finalmente, ya estaba oscuro cuando llegamos a este lugar y acampamos. A la mañana siguiente, los Huraults contrataron a un guía y yo compré un pasage por US$10 al día con un grupo británico en un camión Bedford de cinco toneladas.
Los Huraults eran buena compañía, nos deseamos suerte y nos separamos. Desde entonces, supe que cruzaron el desierto sin contratiempos, llevaron su carga de libros y suministros a su amiga maestra, vendieron sus vehículos en Saint Louis y volaron de regreso a casa para pasar la Navidad.
Los retenes para que la policía, la aduana y los gendarmes hicieran verificaciones eran frecuentes y los trámites fronterizos eran tantos, que nos tomó 12 horas pasar los últimos 60 kms. para llegar a Nouâdhibou en Mauritania.
