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Una noche en Brasilia fue suficiente así que al final del segundo día, tomé otro bus nocturno esta vez, para Salvador en la costa.
El Sol se estaba poniendo sobre la selva brasileña cuando pasé por Barreiras así que tomé esta foto.
Al contrario de Brasilia, Salvador tenía historia, tugurios, ruidos y olores. En pocas palabras era real y me encantó...
Salvador es una de esas ciudades con un arriba y un abajo. En el Brasil moderno, esto se convierte en "arriba del elevador" y "abajo del elevador" el cual pueden ver al fondo de esta foto.
Este edificio en la ciudad baja es más grande que algunos de los edificios de Niemeyer en Brasilia pero a diferencia de ellos no aplasta la figura humana hasta volverla nada.
Salvador, fundada en 1549 en las fácilmente defendibles alturas de la ciudad alta, pronto se convirtió en la capital de una próspera colonia que exportaba madera Brasileña y caña de azúcar. Los portugueses propietarios de plantaciones importaron miles de esclavos africanos para trabajar en los campos de caña y engendraron un correspondiente número de prole mulata de la cual desciende la población actual local.
No tengo inconveniente en admitir mi parcialidad a favor de este pequeño Terrero de Jesús en lugar de la inmensa y deshumanizante plaza administrativa en Brasilia.
Con el tiempo, la crianza de ganado, el cultivo de tabaco y la explotación minera de oro y diamantes aumentaron la prosperidad de la ciudad que se refleja en las casas de los burgueses de Salvador.
Los viejos edificios en las calles angostas alrededor de la plaza fueron restaurados dando a cada uno de ellos una identidad distintiva que se mezcla armoniosamente en un estilo colectivo.
Salvador permaneció como capital de Brasil hasta 1763 cuando ésta se trasladó a Río de Janeiro. La ciudad entró, entonces, en una larga decadencia sobreviviendo de ineficaces sistemas agrícolas pero actualmente, recientes avances en las industrias química y del turismo han invertido esa tendencia y financian la restauración de los monumentos históricos de Salvador.
Salvador está construida en una península casi al cierre de un gran puerto natural, la Bahía de Todos os Santos, que fue descubierta por Amérigo Vespucci en 1501. El pequeño fuerte y el faro de Barra se levantan en el extremo de esa península.
En la últimas décadas la industria del turismo se ha convertido en un empleador muy importante y en fuente de riqueza.
El malecón frente al Atlántico ofrece una sucesión de grandes playas como esta en Itapoá, 30 km al este de Salvador.
Las playas, la buena comida, el sabor único africano de la cultura local, innumerables festivales y el festival anual son importantes atracciones turísticas.
Pasar la noche en los buses es en realidad la mejor forma de viajar por Brasil. Después de una semana de no hacer nada pero disfrutando las buenas cosas de la vida en Salvador tomé un bus que me llevó a Belo Horizonte en 23 horas. Me quedé aquí en el hotel Madrid donde conocí a un ingeniero de computadores, Nelson Viega, que iba para Ouro Prêto como yo.
Nelson y yo llegamos temprano y encontramos alojamiento gratis en una "República" ( una casa de fraternidad que acepta estudiantes si hay cuartos disponibles. Muchos son gratis pero se espera que hagas una contribución voluntaria para los gastos.)
¡Sencillamente me encantó Ouro Prêto! hay muchas colinas para subir y bajar pero el pueblo entero es un hermoso museo del siglo XVII.
Nelson y yo disfrutamos de una apetitosa comida por sólo 2.50 dólares incluyendo la cerveza. Él fue la primera persona en darme su dirección de correo electrónico, ya en abril de 1994 cuando el Internet no era tan bien conocido como lo es ahora. Le perdí el rastro desde entonces. Si alguno de ustedes lo conoce, por favor hágale saber donde puede ver su foto y mándeme su dirección así me puedo poner en contacto (él estaba haciendo un Master sobre el tratamiento de datos por satélite acerca de la deforestación en Brasil).
La Rua do Aleijadinho es la más amplia y larga del pueblo pero no es la más empinada. La vista era grandiosa en todas partes y había una atmósfera agradable y alegre en todo el lugar. No me extraña que a los turistas les guste.
Aleijadinho, un destacado escultor mulato lisiado (1730- 1814), es considerado el "Miguel Angel brasileño". Sus agraciadas piezas rococó de esteatita adornan la mayoría de las iglesias de Ouro Prêto que son muchas y cada una compite por ser la más rica en decoración de oro y plata.
Río pudo haber sido francesa si los franceses no hubieran sido expulsados en 1560 y rechazados en 1710 durante la fiebre del oro de Minas Gerais. Para ese entonces, Río ya había prosperado con el azúcar que exportaba desde su magnífico puerto natural. El oro simplemente aumentó su riqueza hasta llegar a quitarle el poder a Salvador como capital del país en 1763.
El apogeo del centro de la ciudad llegó en 1808 cuando la monarquía portuguesa se trasladó con su poderosa corte de 15000 personas para huir de los ejércitos de Napoleón. El resplandor de Río no disminuyó cuando Dom Pedro I se rehusó a regresar a Lisboa, declaró la independencia de Brasil y se convirtió en el primer emperador del país en 1822. La igreja da Candelaria se conserva aunque está rodeada por modernos edificios en el extremo oriental de la amplia Avenida do Presidente Vargas.
Pasé una semana en Río, en las playas por supuesto, pero también visitando museos y galerías de arte como este Museo de Arte Moderno cerca de la Marina de Gloria donde los más afortunados tienen sus botes cerca del viejo centro de la ciudad.
Me quedé en Catete, de clase media, a un paso de Praia Flamenco, a mitad de camino entre el viejo centro de la ciudad y las playas de moda Copacabana, Ipanema y Lebon al sur.
Aquí está la Avenida Dom Henrique que conecta al centro con las playas del sur. La playa de Flamenco está exactamente a la izquierda.
El Hotel Busola, cruzando la avenida desde la playa.
Mi modesta habitación costaba solo 7.00 dólares cuando yo llegué pero el precio subió un 20% en una semana por la espantosa inflación que estaba afectando a Brasil en 1994.
Desde luego visité todos los lugares que "se deben ver", las playas, Santa Teresa, el pan de Azúcar que se ve al fondo y el monumento a Cristo Redentor en el Corcovado donde fue tomada esta foto.
La gran media luna al fondo es la famosa playa de Copacabana y la pequeña, detrás del teleférico que sube al Pan de Azúcar, se conoce como Vermelha.
Finalmente los dejo con esta vista de la playa de Copacabana con su colección de apartamentos frente a la playa, hoteles y clubs nocturnos.
Mi aventura de 1994 había llegado a su fin y volé de regreso a Montreal después de viajar 43.000 km y visitar 10 países en 178 días.
