Juliaca fue fundado como una estación para proveer agua a las locomotoras a vapor en el borde del salar, a medio camino entre el pueblo de Uyuni y la frontera chilena, en la línea que une la ciudad minera de Potosí con el puerto chileno de Antofagasta en el océano Pacífico.
El pueblo está muriendo lentamente ahora que los trenes arrastrados por locomotoras diesel pasan derecho sin parar.
Nos alegraba estar aquí ya que Doro nos había prometido que una mujer conocida suya prepararía un asado para nuestro almuerzo.
Como de costumbre, el tren de mediodía pasó como una bala sin parar de camino a Uyuni y Potosí.
La amiga de doro preparó el almuerzo como doro lo había dicho pero solamente era una sopa aguada y un espagueti mediocre.
Ella no quiso ser fotografiada y tampoco tenía ganas de hablar con nosotros aunque hablaba algo de español además de su Quechua nativo.
Esta podría haber sido una iglesia pero no había nadie en los alrededores para preguntarle acerca de ella.
Después del almuerzo condujimos más cerca del interminable salar donde fotografié a este solitario pastor con su rebaño de ovejas.
Desplazándonos hacia el occidente en nuestro camino hacia la aldea de Jubica al borde del salar pasamos estas pocas casas y un corral de ganado.
El Hotel Colque ofrece esta bella vista sobre la pequeña aldea de Jubica al borde de una gran península que se extiende hacia el Salar Uyuni. El salar cubre aproximadamente 12 000 kilómetros cuadrados a una altitud de 3560 metros. En términos geológicos es relativamente joven y la capa de sal rara vez excede los 6 u 8 metros de espesor. Es lo que queda del inmenso mar Minchín Andino que se extendía al sur de la frontera chilena y bien al interior de Perú al Norte hace 40 000 años. Este mar interior se secó dejando los lagos Titicaca, Uru Uru y Popoo y también los salares de Coipasa y Uyuni.
El Hotel Colque estaba bien construido por gente que sabía algo acerca del negocio hotelero pero ahora, está muy mal manejado por los lugareños que tomaron el control cuando los dueños originales se marcharon.
En realidad, no puedo decir que estuviera manejado, el término "ocupado" sería más apropiado. No tenía más personal que una vieja mujer Quechua que vendía cerveza. Doro y los demás conductores podían usar la cocina pero tenían que traer su propia comida. Nosotros otra vez comimos una sopa de vegetales y un espagueti anémico mientras que algunos otros grupos comieron pollo o carne.
Se vendió mucha cerveza esa noche y se puso bastante ruidoso.
¡El día siguiente, febrero 19, era el día de cruzar el salar!
El clima era fenomenal pero doro estaba borracho después de beber toda la noche con los otros conductores. No salimos antes de las 9 en punto pero entonces él tenía mucho afán y tuve que insistir para que me permitiera tomar esta foto de la iglesia de Jubica.
Muy pronto habíamos alcanzado otras 4 por 4 corriendo sobre la llana salina como alma que lleva el diablo.
Doro se estaba divirtiendo mucho retando a los otros conductores en Quechua y haciéndoles gestos obscenos.
La mayoría de los conductores aminoraron la marcha cuando llegamos a un lugar donde la sal estaba cubierta de agua pero doro y este Vehículo Utilitario Deportivo (SUV) empezaron a competir...
...los pasábamos a nuestra derecha...
...y ellos nos alcanzaban y nos pasaban a nuestra izquierda.
No parecía muy peligroso considerando que no había nada que golpear ...excepto unos a otros, pero yo me sentía inquieto al estar a merced de un conductor borracho.
¡El alcohol y la excitación por conducir tan rápido lo pusieron en un estado exaltado y empezó a contarnos lo importante que era su familia y cómo él era el mejor conductor del salar!
Algo andaba mal en su cabeza. ¡Los tres estábamos deseosos de parar a almorzar de la Isla de Pescado y no era porque tuviéramos hambre!
¡Fue un alivio bajarse del Land Cruiser! Esta isla, perdida en el centro de un mar de sal blanca brillante ofrece vistas fenomenales sobre el salar con pintorescos cardones en primer plano. Tiene tiendas y un restaurante decente pero es una trampa turística ya que es una parada ineludible para cualquier persona que visite el salar.
Se le dio el lujoso alias de "Incahuasi" para los turistas.
Estábamos contando con que Doro tendría tiempo de ponerse sobrio durante la hora del almuerzo pero pronto me di cuenta de que se había unido con otros conductores a emborracharse con cerveza en la cabaña con techo de paja que pueden ver en la foto al lado del Vehículo Utilitario Deportivo (SUV) rojo. Entré y lo desafié a parar de beber o a que me diera las llaves para que yo manejara. De algún modo logré arrastrarlo fuera de allí después de varios regateos y partimos para cruzar la extensión de sal de 70 km hasta el pueblo de Cachani exactamente al oriente de aquí.
Doro se calmó y salimos. La vista era realmente estupenda pero hubiera sido más agradable sin la preocupación por nuestro conductor. Paramos para tomar esta panorámica de 360 grados un poco después de dejar la isla.
Cruzar un desierto sin rasgos distintivos como éste es como cruzar un lago. Se apunta a algún rasgo en el horizonte para mantener la misma ruta. ¡Después de un rato noté que estábamos arrastrándonos repetidamente a la izquierda y me di cuenta de que doro se estaba durmiendo, despertando, corrigiendo su curso y quedándose dormido otra vez! Estaba manejando a 80 km por hora con los ojos totalmente cerrados. ¡Que aventura!
Nuestro destino Cachani, está en línea con el Cerro Huanchaca a 5 950 m que es el último pico a la derecha, justo a la izquierda de la nube grande.
A unos doce km desde la orilla llegamos a otra bien publicitada atracción turística, el hotel de sal. Está totalmente construido con bloques de sal excepto por el techo de paja con claraboyas de fibra de vidrio.
¡Incluso los muebles están hechos de sal!
Todavía más cerca de la costa pasamos recolectores de sal que llevaban su carga a Cachani para procesarla.
La sal es el sustento de 70 familias de Cachani. Ellos envían unas 25 000 toneladas de sal al año en en sacos a granel y una diversidad de paquetes al por menor.
Doro nos llevó primero al cementerio de trenes para ver locomotoras oxidadas antes de entrar a Uyuni. Me alegró haber llegado y el parecía feliz de haber entregado sus paquetes a salvo así que todo estaba terminando bien.
Tomé un cuarto en el hotel Kutimuy, visité el pueblo y compré un tiquete de bus para Potosí al día siguiente. Más tarde, cené decentemente con Barbara y Peter antes de acostarme.
¡Es una gran catedral para un pueblo pequeño!
Esta calle sombreada va desde la catedral a la torre del reloj. El edificio a la izquierda es un concurrido mercado cubierto.
Aquí está el otro extremo con la torre del reloj donde una calle transversal está ocupada por un mercado abierto.
Aquí están algunas imágenes de ese mercado abierto. Conduce al hotel Kutimuy de Colque Tours que es el mejor del pueblo.
Realmente disfruté mi excursión de tres días, dos noches en el altiplano y a través del salar. La recomiendo a los amantes de los paisajes de montaña.
Revisando lo que he escrito acerca de ella encuentro muchos comentarios negativos
que podrían ser omitidos porque no son muy importantes. Sin embargo,
no quitaré algunos de ellos pues creo que es importante llamar a las
cosas del modo en que las veo y porque esta excursión podría ser
de primer orden y de talla mundial con sólo algunos cambios de menor
importancia:
- conductores que no beban y a los que no les moleste hablar con los turistas.
- una cantidad mínima de documentación sobre el altiplano y el salar,
incluyendo un mapa detallado.
- Mejor comida en el camino y en el Hotel Colque.
¡Tal vez estos problemas de poca importancia sean resueltos para cuando
usted, el lector, decida ir al Salar Uyuni!