Ya estuve aquí una vez en 1973, así que decidí dejar mi segunda visita al legendario Pagoda Shwedagon para el final, justo antes de partir hacia la India.
Según la leyenda, el estupa original en esta vista hubiese sido construido durante la vida de Buda en el siglo sexto a.c. Tal irracional idea únicamente se añade a la magia que este lugar santo sostiene para los creyentes.
Ya sea por magia o no, el complejo de Shwedagon es impresionante y hermoso. El estupa principal que se alza a 98 metros sobre su base, está rodeado de un bosque de 60 estupas más pequeños y por un número similar de santuarios, pabellones y templos en una plataforma pavimentada en mármol de 5.6 hectáreas (14 acres).
El propósito de construir, mejorar, embellecer y visitar Shwedagon es, tal y como los otros lugares sagrados budista therevados, para adquirir mérito para compensar las malas acciones del pasado (karma malo) y así incrementar las oportunidades de uno de nacer de nuevo en una mejor y no peor circunstancia en una vida futura. La adoración a los Nat es directamente más práctica, ya que se cree que son especializados en los servicios que conceden a cambio de la oración, de alguna forma parecidos a los diferentes santos de la religión católica como: San Antonio de Padua ayuda a encontrar objetos perdidos, San Jude asiste en casos desesperados, etc.
Hay una docena de santuarios como este alrededor de la estupa principal, donde las personas de mucha fe obtienen mérito al echar agua a un Buda pequeño para refrescarlo del calor del sol. También pueden echar agua sobre una figura tótem de animal para que se les concedan los beneficios ofrecidos por ese tótem específico. Aquí, una dama está echando una taza sobre una figura de elefante, no sé qué es lo que ella espera en pago, ¿podrá ser memoria?
Esta área alrededor de la estrella, conocida como el "Lugar de los Deseos Cumplidos", atrae a muchas personas que puede que no obtengan sus deseos, pero quienes al menos tienen esperanza de obtenerlos.
El hombre de la parte inferior izquierda, quien está sentado en la posición del loto, estaba viendo directamente hacia el sol. Pasé por allí un par de veces durante el período de una hora o algo así y no se había movido. No sé cuál era su deseo pero si habìa sido ser ciego, pienso que sus oportunidades de ser recompensado eran excelentes. El tocar la gran campana de la derecha, se dice que es una buena manera de atraer la atención de los espíritus hacia las necesidades mortales, siempre y cuando el deseo permanezca en secreto. Por lo tanto, no les diré qué fue lo que deseé cuando realicé el ritual de tocar la campana.
Dediqué bastante tiempo en Shwedagon únicamente observando el comportamiento de las personas en este ambiente irreal. La belleza, la riqueza y la magia hizo posible la evasión colectiva de la realidad, la cual pude leer en sus caras felices.
En esta estación, el hombre estaba refrescando al Buda que usted podrá alcanzar a ver sobre su hombro derecho y la mujer estaba echando agua a una figura de una rata.
Fue en este punto que conocí a Khin Suu, una joven chica Rakhine que se sintió contenta de tener una oportunidad de practicar su inglés. Nos sentamos y tuvimos una larga conversación acerca de religión, de los valores tradicionales y su desaparición, del rol de la mujer en su sociedad y algunas otras cosas más.
Aquí, Khin Suu está refrescando a Buda tal y como se lo pedí. Había sido una tarde muy gratificante llena de asombro, cuestionamientos y meditación, culminada en una interesante conversación con una amigable y atractiva chica. Sentí que había ganado otro poquito más de entendimiento y me pregunté si seré capaz de alcanzar una paz interna que se acerque a la del anciano que se ve en la parte derecha de abajo.
Cuando me estaba retirando se acercó a mí un joven muchacho con apariencia atlética a preguntarme si podía hacerme una entrevista para el periódico "The New Yangon Times". Mis alarmas intuitivas inmediatamente sonaron fuertes y claras pero no se lo mostré, así que le pedí que me hablara más acerca de su periódico, el cual nunca había visto en los puestos. Esto le dio una oportunidad al muchacho para alargar un cuento acerca de un nuevo periódico privado en idioma inglés con accionistas australianos, supuestamente realizando una serie acerca de lo que los turistas extranjeros pensaban de Myanmar. Obviamente era un reportero falso. Estuve tentado a decirle que no tenía tiempo para su entrevista, pero tomando en cuenta la advertencia que recibí dos semanas antes acerca de la inteligencia militar, le seguí la corriente y le di las respuestas más apropiadas a sus torpes preguntas. Finalmente, cuando nos dejó ir, el aura mágica alrededor de Shwedagon había desaparecido mientras yo estaba parado con ambos pies firmemente plantados en la triste realidad de un estado policía.