Burocracia
Dos ingenieros altamente calificados se quejaban acerca de sus bajos sueldos en dos diferentes países ex soviéticos. Cuando hice la pregunta: "¿Por qué no empiezan sus propios negocios?" ellos respondieron casi en las mismas palabras. Es extremadamente difícil empezar un negocio viable por la complejidad de las regulaciones y el control burocrático, y por la pesada carga de impuestos, a menos que usted soborne a los burócratas y que engañe a los recaudadores de impuestos. Ellos explicaron que era impensable operar ilegalmente sin obtener la complicidad y protección de la mafia, lo cual involucra complicaciones y peligros que son difíciles de evaluar. Ambos dijeron también que era casi imposible obtener contratos del Gobierno o Compañías Estatales sin coimas. Otra persona, un comerciante, me dijo: "Prefiero pagar el 20 por ciento de mis ganancias a la Mafia para asegurarme que la Administración no me moleste antes que pagar impuestos al Estado. Los impuestos son mucho más altos y pueden duplicarse sin previo aviso. La Mafia no mata al ganso que pone los huevos de oro pero la Administración lo hace a menudo". La industria turística es un buen ejemplo de burocracia no inspirada. Todos los gobiernos ex soviéticos afirman sus deseos de desarrollar esta industria para generar fuertes ingresos de divisas. Muchos han invertido considerables sumas de dinero en nuevas infraestructuras turísticas. Sin embargo continúan recibiendo turistas con la misma armadura de obstáculos que ha sido diseñada para desalentar el paso de extranjeros bajo el antiguo régimen (requerimiento de una invitación para conseguir una Visa, altos precios para las visas y largas demoras para la entrega, obligación de registrarse, etc.) El monopolio de Intourist (La organización que estuvo a cargo de vigilar turistas) fue debilitado por la creación de unas pocas agencias de viaje pero estas están a menudo bajo el control de Intourist y tienen un largo camino que seguir antes de generar competencia real. Esto luce como si los pobres países ex soviéticos se golpearan ellos mismos en el pie en propósito cada vez que pueden. La idea de servir al público es desconocida para la sociedad ex soviética sea esta en materia de turismo o cualquier otro negocio. Todo está adaptado para que sea conveniente para los proveedores de servicios y no para los consumidores. En las administraciones públicas, el burócrata se sienta detrás de su turno pero no hay sillas para aquellos que esperan por su buena voluntad. En las administraciones más ocupadas, no hay dispensadores de números ni barreras para facilitar el orden en las filas. Los suplicantes son abandonados a su suerte en el grupo en el cual luchan unos con otros para alcanzar a ser atendidos y que parece divertir a los burócratas quienes ven en la revoltosa pelea la confirmación de que el derecho a dirigirse a ellos es un invalorable privilegio. Si un pago es requerido, usted tiene que ir a un banco el cual en la mayoría de los casos está lejos, y regresar a presentar nuevamente su pedido con el apropiado recibo bancario. La ventanilla de la cabina de atención es generalmente muy pequeña y colocada abajo de modo que el que necesita atención tiene que ponerse en una posición de súplica para ser escuchado por el dispensador. Esta actitud llena de desprecio hacia el cliente es en todas partes. En las tiendas del Estado, GUM, TSUM, Univermag, etc, los asistentes de ventas necesitan que se les convenzan para mostrar los productos, y generalmente lo hacen de mala gana. Los clientes les molestan. Por la falta de aire acondicionado, las principales tiendas que visité en Asia Central tenían ventiladores eléctricos para luchar contra el sofocante calor del verano. Sin embargo estos siempre estaban dirigidos hacia atrás de los mostradores para dar alivio a los vendedores y no a los clientes. Una vez en un largo momento, una sonrisa afectuosa apareció en esta fría indiferencia, pero esto era tan raro que parecía un faro en medio de la tempestad. |
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