Capital: Taipei
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Los Chinos eran conscientes de la existencia de Taiwan y de su población aborigen Malayo-Polinesia desde el siglo 7 dC, sin embargo el fuerte asentamiento de los Chinos en la isla no empezó hasta el siglo 17. Los Portugueses fueron los primeros en visitar la isla en el año 1590, dándole el nombre de Ilha Formosa (Isla Bonita). Alrededor de 1626, los Holandeses y los Españoles habían establecido colonias comerciales fortificadas a lo largo de la costa oeste de la isla. En 1646, los Holandeses se hicieron con las colonias españolas pero en 1661 fueron derrocados a su vez por una afluencia de refugiados chinos de la dinastía Ming destronada. En 1683, los Manchus, líderes de la dinastía Ch'ing en el poder, tomaron el control de la isla y la hicieron parte de la provincia de Fukien situada en el continente. Taiwan fue cedida a los Japoneses como consecuencia de la guerra chino-japonesa de 1895 pero fue devuelta a China en 1945 después de la Segunda Guerra Mundial. Como consecuencia de la victoria comunista en el continente en 1949, Chiang Kaishek y el resto de su ejército se refugiaron en Taiwan donde éste último asumió la presidencia. Murió en 1975 y su hijo Chiang Ching-kuo le sucedió y puso en marcha las bases de las reformas políticas ejecutadas por su sucesor, Lee Teng que fue el primer presidente de Taiwan elegido libremente en 1988. Ahora Taiwan tiene un sistema político democrático con dos partidos,
una economía desarrollada y una relación cada vez más estrecha
con China continental.
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El llegar aquí desde Bangkok vía Hong Kong me costó 6 horas. Taipei no me causó mucha impresión, la encontré abarrotada, ruidosa, severamente contaminada y no particularmente limpia. Aquí vemos el centro ciudad cerca de la estación de trenes.
Hemos aquí la estación de trenes. Tal vez estaba de mal humor pero no vi absolutamente nada en Taipei que me sedujera después del encanto y la sutileza de la vida en Vietnam, Laos y norte de Tailandia. El enorme mausoleo de Chiang Kaishek me pareció horroroso y de mal gusto. En cuanto a la gente, la encontré muy ocupada, obsesionada con el trabajo e insensible cuando no francamente hostil hacia los extranjeros.
El único factor positivo fue el Museo del Palacio Nacional. Merece la pena olvidarse de los precios elevados y otros aspectos negativos de Taipei para disfrutar de las maravillas de la cultura y del arte chino depositadas en este extraordinario museo.
Mirando hacia atrás, tenemos que agradecer a Chiang Kaishek de haber robado los más bellos jades, cerámicas y otros objetos de arte de la China cuando se dio a la fuga en 1949 porque probablemente y sin ser consciente de ello los salvo de la destrucción durante la revolución cultural de 1966-1970.
De alguna manera tengo la impresión de que mi valoración negativa no es totalmente justa, por lo tanto tendré que volver algún día para visitar el resto de la isla. De todas formas no me quedé más que dos días en este museo y seguí mi ruta hacia Seúl.